domingo, 23 de enero de 2011

Para después de muerto.

Lo que me lleva a escribir esta vez
Es la necesidad de preguntar, de suponer
Pero lo que pasará en verdad
Jamás lo sabré

Ya probé la miel aquella de los que se la creen
Porque tienen con qué
Así que cuando me toque partir
Partiré, para volver a ser silencio
Ser propiedad del viento, o a no ser,
A no saber, a... ¿yo qué sé?

Supongo que cuando ya no esté
Habrá quien me llore y quien se alegre también
Porque viví sin caretas, nunca fui una marioneta
Y eso a veces molesta, fastidia, inquieta
Sólo el pasado me tuvo condicionado
Usando tu recuerdo como escudo humano

Algunos posarán sus ojos
En mi rostro helado
Y lamentarán que me haya ido
-vaya uno a saber porqué motivo-
Con su más sincero llanto

Otros darán su "más sentido pésame"
Diciendo cuánto lo lamentan
Pero en el fondo, mi ausencia no la sienten
Ni les pesa

Quizá el peor error que cometí
Fue -tal vez por miedo, tal vez por despecho-
Haber endurecido el alma y cerrado pecho
Para no volverlo a abrir, porque fue más el dolor
El temor, el sufrir

Pero en fin, creo que una vida bien vivida
Es aquella que marca un antes y un después
En la piel de los que quedan,
Marcándola a fuego, dejando su huella

Por eso, no importa si después de muerto soy silencio
O si viajo a donde confluyen mar y viento
A no ser, a no saber, a... ¡yo qué sé!
Me iré tranquilo y sonriendo
Si logro que el fuego siga ardiendo en mi ausencia
Porque eso significa, que logré lo que quería:
Alcanzar la trascendencia

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